lunes, 13 de agosto de 2012

LA QUEBRADA DEL ORO – Solo arrastra miseria


Mientras en Londres, el oro, de las medallas, encumbraba a decenas de consagrados deportistas, entre ellos nuestra Mariana Pajón, en Toledo (Norte de Santander) “El oro”, como se llama la atrevida quebrada ubicada en el alto del mismo nombre, echaba por tierra y también por agua, el sueño de otros consagrados; campesinos, conductores, en fin, gente buena y trabajadora, que solo buscan el lugar apropiado en el campeonato de la vida.

La semana anterior, una vez más, ese hilo de agua, porque así es la mayor parte del año, se hizo grande, se fortaleció desde la cima con la abundante lluvia, como nunca había caído decían los lugareños, para arrastrar montaña abajo, por su pequeño y encajonado cauce, miles de toneladas de agua, lodo, piedras, palos, arrasando todo a su paso, incluyendo sueños y esperanzas.

Esas arremetidas siempre han estado en la agresiva agenda de la quebrada, desde que se construyó el carreteable por allá en los años 50 del siglo pasado, en la época de Jorge Leyva como Ministro del ramo y quien estuvo en el lugar, según contaba mi padre, quien hizo parte del equipo del MOP de aquel entonces, como maquinista que era, operario especializado de maquinaria pesada - orugas, motoniveladoras - en fin, como les denominan hoy en dìa.

De pronto la madre naturaleza en esos dominios se resintió por la herida, que ahora es más grande y perversa, pues es como si quisiera dejar aislado ese camino hacia el Sarare.

O tal vez es el clamor de la misma, porque siguen horadando sus entrañas con más tubos, con más socavones y menos árboles en sus desgastadas faldas.

Lo único cierto, es que no es la primera ni será la última avalancha, que por su lecho de vida o de muerte baje.

Y rediseñar la vía, complicado, grave dilema para el Comando Operativo Nº 1 del Ejército, hoy  responsable de la carretera, que tiene soberbio nombre, La Soberanía, pero que de nada sirve cuando la naturaleza pasa factura por lo que es de ella.

De todos modos, como lo dijo un Concejal oriundo de San Bernardo de Bata, que también sufre las consecuencias, se necesitan explicaciones rápidas y concretas, no solo del Comando Operativo, también del Invias porque es una ruta nacional, de la autoridad ambiental porque le achacan demora en las licencias y de los consorcios constructores que no han iniciado obras, por ejemplo del puente en ese lugar.

Son ya muchas las décadas de promesas incumplidas, mientras la riqueza de esas tierras, ganado, madera, yuca, plátano y en época más reciente petróleo y gas, se extrae y se transporta por la desmejorada vía hacia importantes centros de consumo.

Igualmente, hay que hacer juicio de responsabilidades a quienes desde lo local, regional o nacional, siempre han tenido esa arteria como caballito de batalla en tiempo electoral, pero jamás se han preocupado por tener realmente un camino decente que conecte Norte de Santander con Arauca.

Hace más de un cuarto de siglo no se aprovechó la coyuntura de la construcción del oleoducto Caño Limón – Coveñas, para darle “los acabados” adecuados a la misma, poco se consiguió con el tema del gasoducto y no quisiera que ocurriese lo mismo ahora que se habla del nuevo tubo, El Bicentenario.

Pero bien,  luego de ver un montón de fotografías y videos, que muestran la magnitud de la tragedia, pues así hay que llamarla, el corazón se hace trizas y la mano apura el teclado para poder compartir con todo el mundo la desdicha  de “Bata” sin desagües,  “Tres Esquinas” desmoronándose y “La Batea” con su quebrada del Oro, arropando miseria, con varios automotores allí atrapados y decenas de personas con sus penas a cuestas trasbordando entre piedras, palos y no se cuanto más riesgo, sus ganas de salir adelante.

Todos, todos quienes tenemos afectos por esas tierras, esperamos soluciones puntuales en corto tiempo y eso si, clamando al Gran Jefe, allá arriba, porque sea más benigno con esos lares, en cuanto a los desórdenes de la naturaleza, mientras aquí en la tierra quienes han sufrido el embate de la misma, puedan ser atendidos con dignidad y celeridad, para no aumentar el infortunio que hoy los cubre.

Gracias al registro gráfico que encontré en las redes sociales de Diana M. Parada, Jairo Alonso Leal y Yezid Mora, he podido ilustrar esta nota, que se, también en su esencia, la quisieran gritar centenares de toledanos.

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