viernes, 10 de mayo de 2013

LA SANTA MADRE LAURA - También estuvo en Toledo - Norte de Santander

Siempre, de niño, oí en muchas ocasiones hablar a mis mayores de la Madre  Laura, sus misioneras y su trabajo en Toledo, Norte de Santander, específicamente en las tierras del Sarare cuando era selva espesa y apenas los colonos se atrevían a entrar.


Pues si, Las Lauritas, junto con el padre y científico Enrique Rocheraux, hicieron un gran trabajo en esa región en la primera parte del siglo XX evangelizando a las tribus pobladoras de esos lugares, Los Tunebos o U’wa como se les conoce hoy día.






Por supuesto no había carretera de La Soberanía, ni oleoductos, ni gasoductos, ni actores del conflicto, ni cultivadores de esas otras maticas y en la montaña apenas se labraba el camino de “La peña de los micos” para ir en busca de esas personas y llevar el mensaje evangelizador entre tantos temas, positivos sin duda, que las osadas monjitas llevaban a esas tupidas selvas.





Y lo lograron, el Sarare fue colonizado y evagelizado, Los Tunebos vieron la luz de otro mundo y de este lado conocimos otra cultura, que si bien no evidencia un aporte grande como otras tribus “famosas”, si vale la pena indicar que junto a Los Motilones fueron las últimas en ser conquistadas en el territorio nortesantandereano.



Indìgenas de la etnia U'wa
Aunque el tema, hay que decirlo, para algunos antropólogos, sociólogos, militantes de Ong’s y otras entidades para nada les hace gracia y más bien es bandera constante de discusión y reclamo, posiciones que en algunos casos compartimos o no, pero que respetamos al fin y al cabo, pues cada quien tiene su visión y conceptualización de los hechos.



Pero volviendo al tema que nos ocupa, LA SANTA MADRE LAURA, nos dispusimos con algunos amigos a buscar y rebuscar, aquí y allá, el la sede central de la organización, en los recovecos de la mente, en la tradición oral del pueblo y fuimos armando el rompecabezas de los pasos de la religiosa por tierras toledanas.



En pocas horas acopiamos muy buen material, algunas referencias bibliográficas y desde luego puntos interesantes de partida para esos datos que hoy la historia refresca y que de una u otra manera nos hace protagonistas y partícipes de tan magno acontecimiento que tendrá su punto culminante este domingo 12 de mayo en El Vaticano, cuando S.S. Francesco, oficialmente presente a la Madre Laura como la primera santa colombiana.



En esta tarea debo agradecer mucho a mi querida profesora Gladys Meneses y al no menos recordado docente y cafetero José Abel Rangel, sin cuyo aporte esta crónica no hubiese sido posible en tan breve tiempo.



Supimos entre otras cosas que personas de aquellos años como don Nicolás Durán, padre de Jesús y Ciro Durán, fue uno de los guías acompañantes de la religiosa a las inhóspitas tierras sarareñas y que don Ezequiel Fernández ancestro de la profesora Teresa Velazco de Serrano, también estuvo muy cerca de quien hoy tiene henchidos los corazones de la gran mayoría de colombianos.

Río Margua en tierras del Sarare - Norte de Santander


Igualmente también nos aportaron datos curiosos como aquellos de los ataques de feroces tigres en esos abruptos parajes, pero que ella La Madre Laura, con su mano y una silenciosa oración hacía que se alejaran como mansos gatitos o la presencia de venenosas serpientes que huían de los caminantes con solo una mirada dulce y sincera de la santa nacida en Jericó (Antioquia).



Sin duda,  la historia tiene un buen componente de emoción, sobre todo en lo que “nos corresponde”, bueno a los que tenemos una formación cristiana – católica, así no seamos fervorosos practicantes, al saber que la Santa respiró el límpido aire de estas breñas, compartió con algunos lugareños, probablemente familiares nuestros de esas épocas y dejó su halo de santidad, que hoy con sinceridad y alegría recordamos y también compartimos con las nuevas generaciones.




Tierras del Sarare
De la misión de Santa Librada, o sea la base donde se asentaron las Lauritas, tal parece hoy solo queda el recuerdo, de los U’wa aún hay muchos diseminados en toda esa región pero en su mayoría asentados en cascos urbanos como Gibraltar o Cubará, otros tantos andan por ahí, utilizados por organizaciones que se oponen al desangre de su madre tierra, por aquello del petróleo y el gas, los demás muy pocos, deambulando por lo que aún  queda de selva y procesando su caraña, otoba y aceite de cascarillo.



Y es que mi interés por esta historia surgió con más intensidad luego de ver una nota en televisión sobre una octogenaria Tuneba, pues así lo dijo la monja entrevistada, de ser una de las pocas sobrevivientes que conoció a la Madre Laura, quien la rescató de una muerte segura en las tierras del Sarare, abandonada a su suerte por sus padres al haber nacido gemela, que como bien sabemos en la cultura de ellos esto no es aceptado.




La pequeña indígena vive en una de las casas regentadas por “Las Lauritas”, como se les dice cariñosamente a estas misioneras, en la ciudad de Medellín.



De esta manera, amables lectores, he querido rendir homenaje desde tierras nortesantandereanas a La Madre Laura, que por supuesto tuvo mucho que ver con la evangelización de las últimas tribus de nuestra tierra, incluyendo Motilones y Chitareros, pues de esas familias descienden las etnias U’wa y Barí.



Y como colofón de este escrito, además de pedir a ella su intercesión ante el Padre Creador para que la paz, la felicidad constante y la prosperidad reinen en toda esta región, quisiera invitarlos a conectar con el link de la autobiografía de la Santa, en cuyos capítulos ella hace mención a todo lo que estoy señalando, especialmente desde la página 939 en adelante….