Siempre, de niño,
oí en muchas ocasiones hablar a mis mayores de la Madre Laura, sus misioneras y su trabajo en Toledo,
Norte de Santander, específicamente en las tierras del Sarare cuando era selva
espesa y apenas los colonos se atrevían a entrar.
Pues si, Las
Lauritas, junto con el padre y científico Enrique Rocheraux, hicieron un gran
trabajo en esa región en la primera parte del siglo XX evangelizando a las
tribus pobladoras de esos lugares, Los Tunebos o U’wa como se les conoce hoy
día.
Por supuesto no
había carretera de La Soberanía, ni oleoductos, ni gasoductos, ni actores del
conflicto, ni cultivadores de esas otras maticas y en la montaña apenas se
labraba el camino de “La peña de los micos” para ir en busca de esas personas y
llevar el mensaje evangelizador entre tantos temas, positivos sin duda, que las
osadas monjitas llevaban a esas tupidas selvas.
Y lo lograron, el
Sarare fue colonizado y evagelizado, Los Tunebos vieron la luz de otro mundo y
de este lado conocimos otra cultura, que si bien no evidencia un aporte grande
como otras tribus “famosas”, si vale la pena indicar que junto a Los Motilones
fueron las últimas en ser conquistadas en el territorio nortesantandereano.
Indìgenas de la etnia U'wa |
Pero volviendo al
tema que nos ocupa, LA SANTA MADRE LAURA, nos dispusimos con algunos amigos a
buscar y rebuscar, aquí y allá, el la sede central de la organización, en los
recovecos de la mente, en la tradición oral del pueblo y fuimos armando el
rompecabezas de los pasos de la religiosa por tierras toledanas.
En pocas horas
acopiamos muy buen material, algunas referencias bibliográficas y desde luego
puntos interesantes de partida para esos datos que hoy la historia refresca y
que de una u otra manera nos hace protagonistas y partícipes de tan magno
acontecimiento que tendrá su punto culminante este domingo 12 de mayo en El
Vaticano, cuando S.S. Francesco, oficialmente presente a la Madre Laura como la
primera santa colombiana.
En esta tarea debo
agradecer mucho a mi querida profesora Gladys Meneses y al no menos recordado
docente y cafetero José Abel Rangel, sin cuyo aporte esta crónica no hubiese
sido posible en tan breve tiempo.
Supimos entre otras
cosas que personas de aquellos años como don Nicolás Durán, padre de Jesús y
Ciro Durán, fue uno de los guías acompañantes de la religiosa a las inhóspitas
tierras sarareñas y que don Ezequiel Fernández ancestro de la profesora Teresa
Velazco de Serrano, también estuvo muy cerca de quien hoy tiene henchidos los
corazones de la gran mayoría de colombianos.
Igualmente también
nos aportaron datos curiosos como aquellos de los ataques de feroces tigres en
esos abruptos parajes, pero que ella La Madre Laura, con su mano y una
silenciosa oración hacía que se alejaran como mansos gatitos o la presencia de
venenosas serpientes que huían de los caminantes con solo una mirada dulce y
sincera de la santa nacida en Jericó (Antioquia).
Sin duda, la historia tiene un buen componente de
emoción, sobre todo en lo que “nos corresponde”, bueno a los que tenemos una
formación cristiana – católica, así no seamos fervorosos practicantes, al saber
que la Santa respiró el límpido aire de estas breñas, compartió con algunos
lugareños, probablemente familiares nuestros de esas épocas y dejó su halo de
santidad, que hoy con sinceridad y alegría recordamos y también compartimos con
las nuevas generaciones.
Tierras del Sarare |
Y es que mi interés
por esta historia surgió con más intensidad luego de ver una nota en televisión
sobre una octogenaria Tuneba, pues así lo dijo la monja entrevistada, de ser
una de las pocas sobrevivientes que conoció a la Madre Laura, quien la rescató
de una muerte segura en las tierras del Sarare, abandonada a su suerte por sus
padres al haber nacido gemela, que como bien sabemos en la cultura de ellos
esto no es aceptado.
La pequeña indígena
vive en una de las casas regentadas por “Las Lauritas”, como se les dice cariñosamente
a estas misioneras, en la ciudad de Medellín.
De esta manera,
amables lectores, he querido rendir homenaje desde tierras
nortesantandereanas a La Madre Laura, que por supuesto tuvo mucho que ver con
la evangelización de las últimas tribus de nuestra tierra, incluyendo Motilones
y Chitareros, pues de esas familias descienden las etnias U’wa y Barí.
Y como colofón de
este escrito, además de pedir a ella su intercesión ante el Padre Creador para que la paz, la felicidad constante y la prosperidad reinen en toda esta región, quisiera invitarlos a conectar con el link de la autobiografía de
la Santa, en cuyos capítulos ella hace mención a todo lo que estoy señalando,
especialmente desde la página 939 en adelante….